AYUDA AL REFUGIADO

Hola, somos, Itziar y Borja, una pareja de asturianos comprometidos con el mundo que nos rodea y activistas en materia social que nos preocupa la gente y nos revelamos contra las decisiones políticas que arrinconan la vida de las personas. Las decisiones políticas están llevando a los ciudadanos sirios y de otros países del entorno, que huyen de la guerra, a un callejón sin salida en que la penuria de niños, ancianos e impedidos es la imagen con la que desayunamos todos los días. Las familias que huyen buscan refugio en países como el nuestro donde, a pesar de las dificultades económicas de mucha gente, piden ayuda y comprensión, al igual que hicieron nuestros antepasados (abuelas/os, madres/padres) durante la guerra civil y en otros lugares de Europa durante la segunda guerra mundial.

No podemos quedarnos pensativos y parados viendo cómo suceden los acontecimientos. Nuestros principios de solidaridad con las personas necesitadas y nuestro espíritu internacionalista no nos lo permiten. En contra de las indecisiones político/administrativas; en contra de las decisiones políticas de los gobiernos de la Unión Europea y el resto de los países, que fomentan y pagan por devolver y condenar a la población siria a campos de refugiados, donde no hay futuro y se agotan las esperanzas de volver a ser persona; y en contra de los seres humanos que viven calientes y sin penurias de espalda a la realidad de un pueblo que clama ayuda...no nos quedaremos parados.

Es difícil concretar y comprometer nuestra ayuda con alguna de las organizaciones que ya están presentes en los lugares de conflicto y de llegada de migrantes, porque la mayoría tiene una estructura propia, objetivos claros, con perfiles determinados y solicitan relevos de los voluntarios por periodos de 15 a 21 días. Pero sabemos que en la red que se lleva tejiendo desde hace meses faltan voluntarios colaboradores que hilen allí donde el tejido se rompe o no se comunica bien. Sabemos que en el día a día se necesitan muchas cosas inmediatas en los distintos grupos que operan en aquellos lugares (Lesbos, Quíos, Atenas, Idomeni, Kabala, etc), cosas que hay que comprar, adquirir en el comercio local, traslados por gente autónoma....AYUDA.

Nosotros vamos a Grecia durante nuestras vacaciones (del 23 de marzo al 3 de abril). Vamos con lo puesto, pagando nuestro viaje, con una sonrisa y la ayuda de muchas personas que se han dicho lo mismo, pero que no pueden acudir. Con la ayuda económica de estas personas intentaremos ayudar a tejer ese hilo inmediato de tejido que necesitan los grupos en el día a día. Solo podemos estar 10 días, pero estamos seguros que muy intensos. Vamos preparados para todo y nos acompañan las voces y fuerza de muchas personas que como tú, haces que merezca la pena el género humano.

Pensamos contaros en este blog lo que ocurre día a día, con texto e imágenes. Intentaremos reflejar cómo ha servido vuestra ayuda. Pero lo más importante...cómo están los refugiados, la labor de los voluntarios, qué necesitan y qué está pasando.

Muchísimas gracias a todos los que habéis participado con vuestras aportaciones, a veces casi sin tenerlo. Intentaremos dignificar vuestra colaboración, darles aliento y transmitir vuestro ánimo.

Un saludo

lunes, 4 de abril de 2016

LA DESPEDIDA




2 de abril


 

Hoy sábado fue nuestro último día en Ritsona. Madrugamos tanto como nos permitió el cansancio acumulado de estos días. “Morning”, “Kalimera” y otras palabras de cortesía sonaban en un campamento, que tras días de convivencia es ya políglota, para dar así los buenos días a conocidos y extraños. Aunque sus habitantes ya están despiertos, el trabajo voluntario por las mañanas transcurre lentamente o no llega a producirse. La carpa grande es siempre el punto de encuentro (o desencuentro) entre compañeros que esperan poder ser útiles en alguna labor y, así mismo, muchos refugiados se acercan y se van, en un intento de matar el aburrimiento constante que comienza a gobernar en Ritsona. Si necesitas encontrar a cualquier persona, pues, basta con engancharte a alguno de los grupos de conversación distendida y esperar pacientemente. Las personas más activas en el campamento suelen también pasar por allí de vez en cuando. 

Damos los buenos días a un conocido, luego a otro. Un “How are you?” y una sonrisa. Nos invitan a tomar un café con ellos. Ese que teníamos pendiente de hace días y que habíamos tenido que rechazar en varias ocasiones por estar ocupados con varias tareas de reparto u organización. El café y el té son de esas pocas cosas que se preparan ellos mismos de vez en cuando, siempre que las existencias del container lo permitan. Extienden un saco de dormir en la hierba en frente de una tienda y nos invitan a tomar asiento. Es nuestro último día allí y así se lo recordamos aunque ellos ya lo saben. Así pues, toca intercambio de contactos y fotos grupales. Una imagen que relata lo sencillo y lo cotidiano, que habla de historias anónimas (las suyas y las nuestras) que coinciden en un lugar y un tiempo que no debieran. Escribir los nombres y contactos en los respectivos móviles, finalmente, se antoja una tarea divertida. Ellos saben utilizar nuestro alfabeto pero para mí resulta imposible entender qué teclas debo pulsar en árabe. No importa, siempre acabamos entendiéndonos.

El resto de la mañana aprovechamos para dejar en la escuelita muchas mochilas que fueron repartidas entre los niños que aún no tenían. Es una buena forma de normalizar su situación y favorecer que guarden todo su material escolar en ella para el día siguiente. Las mochilas son, también, útiles para los adultos puesto que en las tiendas no abunda el espacio y sus pocas pertenencias suelen ser guardadas en bolsas de plástico, que también utilizan como equipaje de mano cuando se van. Otra de las compras que creímos acertada fue calzado deportivo. Estos días hemos observado esta enorme carencia. Si bien nadie va descalzo, un vistazo rápido permite al observador darse cuenta de niños con zapatos de tallas enormes, suelas rotas o calzado completamente inadecuado para caminar entre barro y gravilla. Como nos resultó imposible adquirir este producto en enormes cantidades, por una vez, determinamos un reparto no equitativo. Primero los Kurdos por ser un grupo frecuentemente marginado en el caótico reparto, luego los demás, tantos como nos fue posible.

Para dar continuidad a las actividades lúdicas que habían puesto en marcha los compañeros portugueses organizamos también un improvisado taller de pintura y plastilina para niños que tuvo mucho éxito y al que se sumaron otros voluntarios. Tarea complicada poner de acuerdo a más de 20 pequeños de todas las edades ansiosos por no quedarse sin materiales de juego. El tiempo que duró la actividad hasta la colocación de las cartulinas dibujadas en la pared de la carpa, lo recuerdo como agobiante, en un intento de atender de manera simultánea todas las demandas. Pero mereció la pena. Fomentar y promover los aspectos lúdicos y socioculturales de pequeños y mayores ayuda a combatir la desidia y la desesperación. Y lo más importante, reduce las tensiones que comienzan a surgir entre grupos.

Durante el resto de la jornada, caminar por el campamento era hacerlo rodeada de 3 o 4 niños que competían por agarrarse de mi mano y de mi camiseta. Una de ellas era Nour, eterna compañera de juego, que me ayudó incluso en el reparto equitativo de botellas de agua según el número de habitantes por tienda. 

Cae la tarde y el reloj anuncia despedidas. La familia de Nour fue la primera. Jugaba con ella en la tienda cuando, de repente, me señala mediante gestos unos guantes que tengo en la mochila. Quiere limpiar el suelo del campamento, como solemos hacer a diario. Es agradable entender que ella y muchos otros niños se han acostumbrado a ayudar en las batidas de limpieza espontáneas que organizamos los voluntarios y algunos refugiados. Pero hoy ya no me queda tiempo. Niego con la cabeza. “Tomorrow?”. Y entonces, me derrumbo. No quiero llorar delante de ella así que me retiro para hacerlo y poder recomponerme. Se acerca el padre y me pide que no lo haga. Les explico que me voy ya. Me dan las gracias, me consuelan. Nour asiente y me señala la estela de un avión en el cielo. Ella y yo nos iremos juntas a mi país. Más tarde, cambiaría de opinión minutos antes de subirme al coche. Promete ir a verme, se señala el pecho y luego a mí. Por último, señala sus sienes. Entiendo lo que dice. Yo también la echaré de menos.

Nos despedimos también de algunos voluntarios. En especial de dos compañeros de Londres que también se van mañana. Son especiales porque llegaron al aeropuerto de Atenas el mismo día que nosotros. Y compartieron las mismas vivencias. No hay palabras que puedan describir a qué saben los abrazos de despedida. Saben, quizás a compromiso, saben a justicia. A la promesa de no claudicar en esta batalla. A un “hasta luego” y un “buena suerte”. Son voluntarios de muchas partes del mundo que acudieron a la llamada humilde de los griegos locales. Personas inexpertas que recorrieron cientos o miles de kilómetros para encontrarse en el camino. Ocho días no dan para jurar amistades eternas. Pero saberse en la misma situación ayuda a seguir creyendo que otro mundo es posible. Gracias por ejercer la solidaridad, y no la caridad, de quien no conoce fronteras. Si en algún momento todo dejó de tener sentido para mí mirarles a los ojos me recordó por qué estaba allí.

Gracias también a los miles de griegos solidarios que sin tener nada, en un país traicionado por la EU, están a la altura de la situación histórica. Todos los días llegaban con ropa o se acercaban a conocer la situación del campamento. Otros a los que nos encontrábamos en el pueblo se sorprendían de la presencia de dos españoles como cooperantes independientes. Pero siempre nos encontrábamos con la sonrisa y la aprobación de los lugareños. Tampoco se me olvida la simpatía de uno de los trabajadores del hotel cuando le dijimos que no estábamos de vacaciones sino ayudando en el campamento. Al despedirnos de él nos agradeció enormemente nuestra ayuda. “Hay que abrir las fronteras para que podamos acogerlos en toda Europa”, se despedía.

Hoy dejamos el campamento tras la llegada de dos ONG que tienen gran experiencia en Lesvos. Estamos seguros de que la misión de los voluntarios independientes que dimos soporte inicial al campamento fue importante. Pero nuestra historia termina aquí, para dejar paso a que otros puedan seguir llegando. 

Lejos ya de nuestro perfil de voluntarios invitamos a dos sirios jóvenes a venir con nosotros a Chalkida, un pueblo cercano, para ver el partido del Barca-Real Madrid. En principio, la información que nos llega es que está prohibido el transporte de refugiados en coche. O al menos sin comunicación previa. Pero estos días atrás habíamos visto a varios griegos que pasaban por la carretera para recoger a personas haciendo autostop. Algo inimaginable en España. Los refugiados tienen, se supone, libertad de movimiento mientras que se regulariza (o no) su situación. Pero como decimos siempre que nos preguntan… ¿A dónde van a ir? Como mucho una vuelta por la zona o un breve viaje al pueblo. Alguno consigue llegar a Atenas para gestionar burocracia administrativa en petición del asilo o para recibir un sobre en el que les envían dinero. Y nada más.

Pero consideramos que merecía la pena arriesgarse. Así pues, una vez en un bar del pueblo disfrutamos de una amena conversación en la que nos explicaron donde vivían antes de marcharse, la ciudad donde estudiaban una carrera universitaria o cómo consiguieron llegar hasta aquí. Todo ello, utilizando a menudo la wifi del bar para enviarnos mensajes de whatsapp en los que cada uno traducía a su propio idioma lo que el otro escribía. Uno de ellos calculaba los meses que faltaban para que su mujer diera a luz. Definitivamente el bebé nacerá en el campamento de Ritsona, entre tiendas militares e incertidumbres de futuro. Sin una nacionalidad, como un número más para la historia. 

Les dejamos disfrutar del partido mientras que nosotros nos fuimos a despedir de la cooperante española y la chica griega que la aloja. A la cena estaban también invitados otros tres griegos que, además de sorprenderse de nuestra presencia, se interesaron enormemente por la situación allí. Y dispuestos a comenzar a ayudar en el campamento.

A la vuelta, recogemos a los chicos sirios que celebran la victoria del Real Madrid como si de un acontecimiento histórico se tratase. Haber podido ver ese partido representa, simbólicamente, haber podido por un momento alejarse de su acinamiento en el campamento, de sus problemas y de sus miedos. Fue de las pocas veces que vi sonreir a Mhmd. Es el chico que un día me explicó que había viajado con su hermana, que a su madre la mataron en Siria y que desde que partió no sabe nada de su padre. Tiene 22 años.  Paramos el coche delante de la policía que custodia las 24 horas del día la entrada del campamento. No se inmutan, solo observan.

Llega entonces la última despedida. Me dan la mano y no puedo evitar darles un abrazo que les genera sorpresa pero que luego aceptan amablemente. ¿Qué se puede decir más? Buena suerte quizás, un hasta pronto. Tienen los ojos llorosos. Y por un segundo, entiendo lo difícil que es dejarlos atrás. Lo aterrador y doloroso que resulta abandonarlos a su suerte en medio de la nada. Se despiden de Borja y, antes de que pueda subirme al coche, Mhmd coge mi cara entre sus manos y me da un beso en la frente. Por favor, escríbeme, le digo. Él sólo asiente. Entonces vuelvo a observar su gesto destrozado y su mirada perdida.

Y poco a poco se van alejando en la oscuridad del campamento. Que volvamos a vernos. Malditas las guerras y los canallas que las hacen. Malditos estos, dirigentes genocidas del mundo, que asesinan y humillan a los pueblos. Maldito aquel que no será capaz de entender nunca esos besos y abrazos que nos dimos sin apenas conocernos en ese lugar recóndito de Grecia.

OPEN THE BORDERS. ABRID LAS FRONTERAS.
ABAJO EL CAPITALISMO RESPONSABLE Y ASESINO. NO A LA GUERRA.
BIENVENIDOS REFUGIADOS



Itziar Fuente



El almacén empieza a parecer otra cosa

El registro y la organización, también



El pequeño taller de dibujo y pintura libre..."freedom"...que palabra tan extraña en este lugar.
Un pequeño tributo a la enorme labor de nuestros amigos portugueses.

El secuestro de Itziar por la población infantil.


Y por último las despedidas


Historias tristes y brutales rodean a estos jóvenes sirios. En primer término Mhmd.

Con las compis cooperantes griega y española

Con Nour y su familia. Mucha suerte. Volveremos a encontrarnos.

¿Y este pispajo?...imitando el giro de lengua de Itziar

Hasta siempre pequeña. Siempre os recordaremos




Hoy igual que siempre...Adelante Refugiados

Hasta siempre Ritsona. Os esperamos.
 Gracias a todas/os por vuestra ayuda. Lo intentamos.
 Y llevamos vuestra solidaridad a cientos de personas.


 

3 comentarios:

  1. Bienvenidos a casa... Sin palabras Itziar....

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  2. Un relato emocionante k te traslada a Ritsona camp. Gracias x vuestra labor desinteresada y bienvenidos de vuelta

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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